martes, 21 de abril de 2009

José Luis Moreno Pestaña y Jorge Riechmann en Viento Sur #100.


Acabo de recibir un mensaje al correo electrónico que me avisa de la publicación del número 100 de la revista Viento Sur. Esta publicación, que nunca tiene desperdicio y que leo intermitentemente -odio leer en el ordenador-, me ha traído dos alegrías. La primera es un artículo de José Luis Moreno Pestaña, profesor de filosofía en la Universidad de Cádiz, sobre Michel Foucault, a quien voy descubriendo gracias a Juan Manuel Latorre Fuentes, discípulo suyo y de quien creo que puedo ir ya confesándome discípulo. La segunda es una serie de poemas inéditos de Jorge Riechmann, de la pureza del que sigue:



_____1
_____El petróleo barato
_____y el automóvil
_____fueron la gran trampa
_____

_____donde vamos a sucumbir
_____un siglo después



Creo que lo mejor que puedo hacer es dejaros acceder al índice de dicha revista, http://www.vientosur.info/sumarios/index.php?x=100 , y recomendaros la lectura del blog de Moreno Pestaña (http://moreno-pestana.blogspot.com/), a quien tuve la honrosa oportunidad de conocer en Granada.
Un suspiro después de tanta muerte.

domingo, 12 de abril de 2009

Francisco López, `Quico´. El valor de no disparar.

Antonio Pérez Girón,
Cronista Oficial de San Roque.

"Se detuvieron. Uno volvió el rostro y me miró sin decir nada. Hice un movimiento con la mano para que mis compañeros no se movieran. En unos segundos nos miramos fijamente y sin decir nada. Sólo se escuchaba el ruido de las chicharras y el viento contra las ramas de los árboles. El guardia deshizo la mirada y continuó su camino junto al compañero". Francisco López Herrera, Quico o Currito, como cariñosamente se le conocía, no quiso disparar contra la pareja de guardias que tenía en el punto de mira de su fusil. Ese relato demuestra la enorme calidad humana de quien ayer era enterrado en San Roque, tras fallecer a los 86 años de edad.

El cariño que le tenía a este viejo y entrañable luchador me llevó, junto a mi hijo Rubén, a recoger su historia en un libro que pretendía ser un homenaje personal a este honrado comunista. Desgraciadamente, en su momento, se convertirá en un recuerdo póstumo, algo tan habitual en estas tierras donde cuesta tanto el reconocimiento en vida. Bien es cierto, que Quico fue reconocido hace unos años con motivo del día de la ciudad, y que su mayor alegría, era el afecto que diariamente le profesábamos sus amigos.

Aquel joven guerrillero no quiso disparar contra quienes le perseguían. Fue el mayor gesto de un valiente: el respeto a la vida ajena, aunque supusiese el riesgo para la suya propia.

Quico era conocido en el maquis con el nombre de Requeté y pasó más de diecisiete años en la cárcel. Conoció a Marcos Ana, el preso político de la dictadura con más años en prisión, con el compartió protestas carcelarias y también castigos. Espíritu indomable, la nobleza fue su mayor atributo. Por eso, cuando tras cumplir más de diecisiete años de prisión, se reincorporó a su casa -donde le esperaba su novia de toda la vida, Ana-, refrendó su compromiso en la lucha por la democracia desde la ausencia total de revanchismo.

Miembro fiel al PCE, el partido que, ya desde 1956, propugnó la reconciliación entre vencedores y vencidos de la terrible guerra civil, y que tanto aportó con su moderación a la reinstauración democrática, Quico fue un hombre generoso en su actitud diaria y sabía que el recurso a las armas era la derrota del entendimiento humano.

Cuando está reciente el fallecimiento del alcalde socialista José Vázquez, desaparece otro de los pocos referentes de una época que muchos quieren olvidar. Hoy me quedo con el abrazo de Quico, cuando le entregué mi último libro sobre la represión en el municipio. Y con los versos de Marcos Ana escritos en su largo cautiverio: Mi vida / os la puedo contar en dos palabras: Un patio / y un trocito de cielo donde a veces pasan / una nube perdida y algún pájaro / huyendo de sus alas. En ellos veo el rostro de un hombre humilde y valiente, que una noche tuvo la enorme grandeza de no disparar contra sus enemigos.


Aparecido en Europasur, domingo 12 de abril de 2009.

sábado, 11 de abril de 2009

Se nos murió Quico.

________________ Quico y yo en su cocina, el 6 de febrero de 2006.


Hoy sábado 11 de abril hemos enterrado a Francisco López Herrera en San Roque a los 86 años de edad. Para los que no sepan quién fue Curro, o Quico –como lo conocíamos en el pueblo-, que sepan que fue lo que en otras épocas se conocieron como héroes. O quizá no estuviera tan lejos de ser como los héroes de hoy en día: un olvidado. Perteneciente a la quinta del 43, ya antes de ingresar en la sección de Caballería de Sevilla colaboraba como enlace con el Partido Comunista de España, y al terminar el servicio militar se echó al monte como tantos otros.

Una bomba de mano lo alcanzó en la sierra de Ronda, en Málaga, y hubo de huir a Tánger para que un médico del partido se atreviera a atenderlo. Sería por 1947, y ya le había conseguido el médico camarada un trabajo como pintor cuando alguien los delató.

En 1951 tuvo lugar el consejo de guerra en la ciudad de Sevilla que lo condenaría a él, junto a treinta compañeros más, a la pena de muerte. "Todo el mundo piensa en la muerte, pero teníamos la confianza en salir con vida. Con una condena de ese tipo sigues aferrándote a la vida. Lo peor era cuando algún funcionario introducía la llave en la puerta de la celda y giraba la cerradura. Era una diversión para ellos que a nosotros nos aterrorizaba".

Finalmente le fue conmutada la pena a treinta años de cárcel, que resultaron menos tras la reducción de pena por el trabajo realizado. En los más de diecisiete años que pasó por las cárceles franquistas tuvo la oportunidad de conocer al poeta Marcos Ana, a José Murillo –el mítico comandante Ríos-, a Antonio Gutiérrez Díaz, el histórico del PSUC y a Enrique Múgica, actual Defensor del Pueblo. De vuelta a San Roque se reuniría con Ana, el amor de su vida, que lo había esperado todos esos años. No volverían a separarse hasta ayer, día 10 de abril de 2009, cuando el viento se lo llevó a no sé qué montes.

Sé todo esto porque he tenido la ocasión de conocer a Quico, de conversar con él y escucharlo. Veníamos un tiempo mi padre y yo preparando un libro sobre su memoria sin que él mismo lo supiera. Tantas veces habíamos hablado de la sorpresa que se iba a llevar, de lo que se iba a emocionar este hombre tan cariñoso y honrado cuando le invitáramos a la presentación de su libro...

Ya es tarde para eso, y el libro habrá de ser dedicado a su memoria. Pero no es tarde para brindar y beber algo que nos haga no olvidar nunca una etapa de nuestra historia a la que muchos no quieren hacer mención. Que nadie olvide a Quico, que me regaló su bandera republicana, ni a su mujer Ana, que lo esperó tantos años.

Si por los arrabales del corazón un día nos vemos, me preguntará por mi padre, yo le preguntaré por Ana. Nos daremos dos besos. “Tenemos que quedar”.

jueves, 9 de abril de 2009

La tiranía social según John Stuart Mill.


"(...) se dieron cuenta de que cuando es la sociedad misma el tirano -la sociedad colectivamente, respecto a los individuos aislados que la componen- sus medios de tiranizar no están limitados a los actos que puede realizar por medio de sus funcionarios políticos. La sociedad puede ejecutar, y ejecuta, sus propios decretos; y si dicta malos decretos, en vez de buenos, o si los dicta a propósito de cosas en las que no debería mezclarse, ejerce una tiranía social más formidable que muchas de las opresiones políticas, ya que si bien, de ordinario, no tiene a su servicio penas tan graves, deja menos medios de escapar a ella, pues penetra mucho más en los detalles de la vida y llega a encadenar el alma. Por esto no basta la protección contra la tiranía del magistrado. Se necesita también protección contra la tiranía de la opinión y sentimiento prevalecientes; contra la tendencia de la sociedad a imponer, por medios distintos de las penas civiles, sus propias ideas y prácticas como reglas de conducta de aquellos que disientan de ellas; a ahogar el desenvolvimiento y, si posible fuera, a impedir la formación de individualidades originales y a obligar a todos los caracteres a moldearse sobre el suyo propio."



Stuart Mill, J. Sobre la libertad.